La tartamudez infantil

La tartamudez es una patología del habla y la comunicación que suele aparecer entre los 2 y los 4 años. Se caracteriza por interrupciones en la fluidez del habla de manera inusual. Estas alteraciones suelen ser repeticiones de sonidos, palabras o frases; prolongaciones de las mismas y, en ocasiones, bloqueos o interrupción del habla la cual suele ir acompañada del esfuerzo por poder decir la palabra y la consiguiente frustración por parte de la persona por no poder expresarse.
Pero, es importante destacar que, en el periodo de desarrollo del lenguaje, es normal que algunos niños parezcan que tartamudean. Se puede observar que repiten sílabas o palabras, vacilan, o vuelven a empezar la frase. Estas alteraciones varían e incluso pueden prolongarse durante varios meses pero, finalmente, disminuyen y desaparecen.
En estas edades, es frecuente que los niños tengan muy poca fluidez a la hora de comunicarse, por lo menos, hasta que no son capaces de coordinar todos los elementos necesarios para organizar su expresión.
Sin embargo, existen niños y niñas en las que estas disfluencias y características se prolongan en el tiempo. Algunas de estas características son la repetición de sonidos, sílabas o palabras más de 4 veces, la realización de un esfuerzo al decir las palabras, evitar hablar, que existan movimientos asociados al habla o que el propio niño/a se sienta preocupado por su forma de hablar.
Si se dieran estas características podríamos estar hablando de una tartamudez temprana y sería necesario acudir a la realización de una evaluación.
Otras características que pueden presentar estos niños y niñas en el desarrollo del habla y el lenguaje son empezar a hablar más tarde de los habitual o tener problemas de pronunciación.
Además, hay gran variabilidad, es decir, hay épocas mejores y épocas peores dentro de la tartamudez; o incluso, puede ser que el niño/a muestre gran dificultad al hablar en algunas situaciones, pero en otras hable de manera mucho más fluida.
Por último, hay que resaltar que existe una alta tasa de remisión espontánea en estas dificultades: entre los 18 y los 24 meses después del inicio de la tartamudez, ésta suele desaparecer sin intervención profesional. Existen diferentes estudios que han demostrado que entre el 23 y el 80% de los casos remite sin tratamiento; por ello, normalmente los profesionales aconsejamos a los padres y madres no preocuparse y esperar a que desaparezca, estando pendientes de la evolución y temporalidad del trastorno.
Por último, es importante desatacar que, según varios estudios, se ha observado que la tartamudez presenta una alta incidencia familiar, así como que hay una mayor frecuencia de esta alteración en niños que en niñas, aunque es en ellas donde se pueden dar antes las características típicas de la tartamudez.